sábado, 5 de enero de 2013

La habitación de los ladrillos de fuego.

Ella miraba al vacío en la habitación número seis de un pequeño hotel en el corazón del Caribe. Él la fotografió. A Él le pareció sublime: La lámpara que bañaba de naranja los muslos de las paredes de fuego como llamas en celo. Susurraron los años, y Él visito la imagen, sintió envidia por él mismo, lo que más alimentaba ese humano y corrosivo sentimiento es el que hace apenas unos años hubiese sido Él el que le hizo esta foto a Ella… Los recuerdos de la película de treinta y cinco milímetros se llevaron todo, el calor de la luz, la humedad que brotaba de los poros, el murmullo de las palmeras que rozaban sus sexos al son del viento de Ik, todo el transparente vacío de la Península de Yucatán habitaba en ese lejano pensamiento de nitrato de celulosa. Solo algo le atormentaba, Él se preguntaba ¿Esta foto la tomo Él, antes o después de hacerle el amor a Ella?….. Abrí los ojos y me di cuenta que gracias a las olas del mar me había yo dormido en el escusado…. Ella me esperaba en la habitación de los ladrillos de fuego. Raúl Gasque.